La industria de comida para infantes nace para los años 30 cuando a la Sra. Dorothy Gerber, quien preparaba comida hecha en casa para sus infantes, se le ocurrió la idea de envasar la comida en frascos individuales para la venta. Luego en los años 70 la compañía Beech-Nut inició también su trayectoria en manufactura de alimentos de infantes.
Esta industria nace de la necesidad de las madres alimentar a sus infantes de una manera más rápida y sin tener que pasar por el arduo proceso de preparación de los alimentos. Al surgir compañías como Gerber y Beech-Nut las madres comienzan a depender de estos alimentos y es ahí cuando la práctica de confeccionar comida natural (sin preservativos) en los hogares va desapareciendo. Muchas cosas han cambiado desde los años 30 en adelante en lo referente a las tendencias de alimentación de los bebés y los efectos en la salud y desarrollo de los niños debido a una mala alimentación durante sus primeros años.
Con el pasar de los años se ha demostrado la incidencia de trastornos gastrointestinales en los niños debido a una poca o no adecuada alimentación. La comida envasada para infantes contiene preservativos (acido ascórbico y edulcorantes) para que no se dañen y su durabilidad sea más prolongada. Entre estos ingredientes no saludables también se encuentran los sabores artificiales, los colorantes y, la proteína vegetal hidrolizada entre otros.
Un pequeño porcentaje de los asmáticos, entre el 3 y el 8%, son sensibles a los sulfitos. En las personas en que esta sensibilidad es más elevada se pueden producir reacciones perjudiciales, por lo que deben evitar consumir alimentos que los contengan. Se han observado en algunos casos otros tipos de reacciones frente a los sulfitos usados como aditivos alimentarios, entre ellos manifestaciones cutáneas o diarrea, especialmente entre personas con el jugo gástrico poco ácido.
La toxina botulínica, producida por una bacteria, Clostridium botulinum, en las conservas mal esterilizadas, embutidos y en otros productos, es una de las substancias más venenosas que se conocen. Las aflatoxinas, substancias producidas por el crecimiento de ciertos mohos, son potentes agentes cancerígenos...
Los conservantes autorizados son: Ácido sórbico, Sorbato sódico, Sorbato potásico y Sorbato cálcico. En el caso del acido sórbico uno de sus inconvenientes es que en parte se pierde cuando el producto se somete a ebullición. Algunas de las personas alérgicas a la aspirina también pueden ser sensibles a aditivos como los Parabenos.
Otros preservativos como el anhídrido sulfuroso actúan destruyendo la tiamina (vitamina B1), por lo que no debe usarse en alimentos que aporten en una proporción significativa a la dieta. Durante el cocinado o procesado industrial este tipo de conservantes se pierde en parte por evaporación o por combinación con otros componentes. Esta tipo de aditivo está prohibido en muchos países, entre ellos en España.
Otros métodos que podrían evitar los riesgos que se crean por el uso de conservantes son los físicos, como calentamiento, deshidratación, irradiación o congelación, de esta forma se causa la muerte de los microorganismos o al menos se evita su crecimiento.
Se ha demostrado que un pequeño porcentaje de los asmáticos (entre el 3 y el 8%) son sensibles a los sulfitos. En las personas en que esta sensibilidad es más elevada se pueden producir reacciones perjudiciales, por lo que deben evitar consumir alimentos que los contengan. Se han observado en algunos casos otros tipos de reacciones frente a los sulfitos usados como aditivos alimentarios, entre ellos manifestaciones cutáneas o diarrea, especialmente entre personas con el jugo gástrico poco ácido.
Referencias: http://html.rincondelvago.com/aditivos-alimenticios.html
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